Después de haberme recuperado de mi primera cirugía oral en Lima, l llegó la hora de volver a próxima visita médica y para hacer el injerto de hueso. Mi cita estaba programada para la última semana de mayo y los médicos me dijeron que iba a necesitar más o menos una semana para recuperarme después de la cirugía. Así que empaqué mi mochila con lo justo para la semana y ya iba de camino a Lima.
Al llegar a Lima tuve la visita con el cirujano oral, pero cuando llegó el momento de programar la cirugía, recibí una noticia interesante, Cuerpo de Paz me iba a mandar a Panamá para hacer la cirugía. Resultó que el problema dental que tenía era mucho más complicado de lo que pensaban y como Panamá es conocido por tener una excelente atención médica, similar a la de los Estados Unidos, decidieron hacer la cirugía allá. Cuando es un tema médico más serio, Cuerpo de Paz a veces manda voluntarios a Panamá para recibir tratamientos médicos antes de mandarlos a los Estados Unidos. De hecho, Se me aseguró que iba a estar en buenas manos y recibiría el mejor tratamiento médico posible.
Llegada a Panamá:

Una semana después me encontré en la Ciudad de Panamá, fue mi segunda visita después de siete años. Mi primer viaje a Panamá fue el 2009 cuando hice un voluntariado de un mes en la isla de Achutupu, Guna Yala, una experiencia que más tarde me llevó a tomar la decisión de unirme a Cuerpos de Paz. Documenté mi experiencia como voluntaria en la isla en un blog anterior titulado: Living with the Kuna.
Poco después de registrarme en el hotel en la Ciudad de Panamá fui recogida por Ricardo, el Asistente de Evacuación Medica de Cuerpo de Paz Panamá. Ricardo me dio un pequeño tour de la cuidad en auto, mostrándome donde podía lavar la ropa, ir de compras e ir a correr. Después me llevó a mi consulta médica con la cirujana oral. Ricardo fue muy amable y servicial durante todo el proceso.

Durante la consulta, la doctora me dijo que no podía hacer el injerto de hueso como había planeado porque el área estaba infectada y era bastante seria. Por eso, tendría que rehacer la endodoncia para limpiar la infección de una vez por todas. Una vez que se recibiera la aprobación de Cuerpo de Paz en Washington, se programaría el procedimiento.
Primera Semana en Panamá:
Además de visitar a la doctora y andando por aquí y por allá sacando varias radiografías, pasé la mayoría de mi primera semana intentando superar un resfrío. Me imagino que el cambio de clima y tanto viaje tenía algo que ver. En la comunidad donde vivo el clima es muy caluroso. Después de salir de mi comunidad viajé dieciocho horas en bus a Lima dónde hacía un frio terrible. De ahí viaje a Panamá donde hace mucho calor y es húmedo. Mi sistema inmunológico entró en confusión.
Lamentablemente para mí, llegué justo en los días en que había mucha preocupación en la propagación de la influenza H1N1 en el país y ésta se veía reflejada en todas las noticas. La gente en el hotel literalmente iba huyendo de mí cuando cuando veían que tenía síntomas del resfrío. Afortunadamente, mi resfrío no duró más deunos pocos días y dejé de asustar a la gente.

Mientras me alojaba en el hotel,conocí a otra voluntaria de Cuerpo de Paz, Liza, quien está trabajando en Guyana. Ella es voluntaria de salud comunitaria y trabaja en el único centro de atención a largo plazo para los niños y adultos con discapacidades en el país. Ella también fue mandada a Panamá por un tema médico. Fue lindo conocerla y tener a una amiga que compartía una experiencia similar a la mía. Échale un vistazo a su blog aquí.




Durante la semana aprovechemos de explorar la ciudad juntas y un día fuimos a Isla Taboga, una isla que queda solamente a 45 minutos de la cuidad en ferry. También visitamos a Albrook mall, que también fue bastante emocionante, ya que es el centro comercial más grande de Latinoamérica con más de setecientas tiendas y cien restaurantes. Pasamos la mayoría del tiempo en una tienda que se llama Dorian’s que para mí es muy parecido a Marshall’s en los Estados Unidos, sólo que más económico. Ir de compras fue una experiencia maravillosa. Además, ir al supermercado y encontrar todos tipo de comida americana que no he visto en más de un año también fue también algo fascinante.



En la última noche en Panamá para Liza fuimos a Casco Viejo, el distrito histórico de la Cuidad da Panamá. Lleno de calles empedradas y coloridos edificios coloniales, Caso Viejo siempre me ha recordado a Cartagena, Colombia. La mejor parte de la noche fue comer yogur en Forever Yogurt , que pasa por arriba be Pinkberry y Sweetfrog aunque pobrecita Liza, pues ella tiene alergia a la leche así que sólo podía llenar su taza con aderezos. “Para mi sorpresa, nunca había visto tantas opciones de aderezos, me alegró la noche.


Cuando se fue Liza (lágrimas en los ojos) aproveché para explorar la cuidad un poco más. Intenté estar lo más activa posible antes de tener la cirugía porque no estaba segura como estaría después así quemonté bici por la Cinta Costera, comí un bagel en “New York Bagel Cafe”, fui al gimnasio, fui al cine, volví a Forever Yogurt y explorémás la cuidad.
Cirugía:
El lunes alrededor de las seis de la tarde tuve la primera cirugía. Fue una de las experiencias más desagradables y dolorosas que he tenido en mucho tiempo. El procedimiento originalmente lo había planeado como una endodoncia básica, pero una vez que empezó a trabajar la doctora descubrió que había descomposición del tejido en los raíces así que tuvo que extraer el molar junto con los raíces en su totalidad.
Hubo momentos en que sentía que estaba taladrando hasta mi cerebro. Mi cuerpo empezó a temblar involuntariamente y mis ojos comenzaron a llenarse de lágrimas. Traté de respirar profundamente y relajarme; diciéndome a mí misma que todo terminaría pronto, para tratar de mantener la calma y no perder el control.
Entonces oí el asistente decir algo acerca de llamar al patólogo. Su voz sonaba alarmada y mi cabeza empezó a dar vueltas. Patólogo … patólogo … Pero no es que el médico que diagnostica … esa mierda?. Mis pensamientos se desvanecieron y sentí una ola de miedo y preocupación. Aunque ya estaba pensando lo peor, intenté no pensar en eso ni en el dolor e intentaba luchar para contener las lágrimas.

El procedimiento duro alrededor de una hora. Cuando la doctora terminó, me mostró el molar y las raíces que había extraído y me dijo que también había extraído una masa pequeña debajo de mi molar. Extendió su mano para revelar una bolita rosada del tamaño de una canica. Esto me hizo recordar a una de esas bolitas pegajosas de caucho con picos que botan esas máquinas de chicles. “Lo más probable es que no sea nada”, me dijo, “pero vamos a tener que enviarla al patólogo para descartar algo grave.”
Después entré a la sala de espera y me encontré con Ricardo quien había estado esperándome pacientemente con una mirada de preocupación en su rostro. “¿Cómo estás?”, Preguntó. “No muy bien “, respondí débilmente. Habló con los médicos y luego fue a recoger mis recetas antes de dejarme en el hotel. Estaba muy agradecida por la ayuda.
A la mañana siguiente ya me estaba sintiendo mejor. Durante los próximos días estaba restringida de hacer ejercicio, nadar, tomar sol y debía comer alimentos blandos y líquidos fríos. La doctora me dijo que tendría que volver de nuevo en una semana que por casualidad era el cuatro de julio, para revisarme y sacarme los puntos.


La semana después de la cirugía fue bastante tranquilla. Uno de los eventos más memorables fue reunirme con Katiuska, una amiga que conocí cuando trabajaba como voluntaria en Guna Yala. Ella había dejado Achutupu para estudiar en la ciudad unos años atrás. Fue muy lindo volver a verla después de tantos años.


Pronto llegó el cuatro de julio y después de despertarme temprano e ir al gimnasio, empecé la celebración desayunando en IHOP con mi amigo Alexander que vive en la ciudad. Ha pasado años desde mi última visita a IHOP y hacía casi un año que no tenía un desayuno americano, así que estaba bastante emocionada. Pedí panqueques de arándano decorados con crema chantilly y más arándanos. Fue mucho más deliciosa de lo que te puedas imaginar.
En la tarde tuve la cita con la doctora y me sacó los puntos. Antes de salir me dijo que tendría que volver para hacer el injerto de hueso dentro de dos meses y que se pondría en contacto conmigo tan pronto como tenga noticia del patólogo.
Unos días más tarde ya estaba de regreso al Perú. Realmente había disfrutado de mi estadía en Panamá (dejando el lado el tema de la cirugía), pero estaba ansiosa por volver a mi comunidad y a mi trabajo.
Estoy muy agradecida por el apoyo del personal y de los médicos del Cuerpo de Paz durante toda esta experiencia. Tener cualquier tipo de problema médico fuera de casa en un país extranjero puede ser muy estresante y aterrador, pero el saber que tenía el apoyo de tantas personas en cada paso del camino, hizo toda la diferencia. Gracias.