Hoy hace un mes tuve una cirugía dental en Panamá en la que se me encontró un tumor del tamaño de una canica y se me fue extraído por debajo de uno de mis molares. La doctora dijo que tendría que mandarlo al patólogo para ver si era canceroso o no.
Durante el último mes he estado con el corazón en la boca esperando los resultados, llamando a los doctores cada tanto para saber sobre mis resultados. Debido a que fui evacuada por razones médicas a Panamá, el patólogo tenía que dar los resultados a la cirujana dental en Panamá, quien después los entregaría a los doctores de Cuerpo de Paz Panamá y estos luego tendrían que entregarlos a los médicos de Cuerpo de Paz Perú, quienes finalmente me llamarían para informarme de los resultados. Como verán es todo en proceso.
Al no saber nada después de las primeras semanas, mi preocupación empezó a aumentar. Intenté buscar información de contacto de la cirujana oral pero sólo encontré un número telefónico que ya no estaba en servicio. Por casualidad en mi búsqueda, encontré su página de Facebook, pero pensé sólo usarla como última opción.
Un mes después de extraer el tumor, uno de los doctores de Cuerpo de Paz Perú me llamó con los resultados. Cuando recibí la llamada, apagué el audiolibro que estaba escuchando, me senté y respiré profundamente, preparándome para lo peor. “Tengo tus resultados” dijo el doctor. Contuve el aliento esperando que continuara, intuyendo que las palabras a seguir podrían cambiar de forma radical mi vida para siempre. “Los resultados de la biopsia son normales” me dijo. Exhale y una ola de alivio paso por todo mi cuerpo. Me sentí ligera como una pluma, como si alguien me hubiera quitado un enorme peso de encima, que finalmente me permitía respirar.
Después de haber visto a amigos y familiares queridos sufrir para luego partir de esta vida por cáncer, estaba convencida que por alguna razón que yo también padecía esta enfermedad
Al colgar el teléfono, me levanté de mi asiento en un estado de paz y con energía renovada. “No tengo cáncer” suspiré con alivio. En ese instante sentí que podía hacer cualquier cosa que me propusiera, sin límite alguno.